jueves, 6 de mayo de 2010

CROACIA 2008

Día 6 de julio de 2008.

A las 9:50 embarcamos en nuestro maravilloso “vueling” hacia Venecia. Allá íbamos Juanjo y yo a comernos Croacia. El “vueling” gracias a Dios era corting, porque con la “amplitud” que había entre los asientos si tarda un poco más alquilamos a la llegada una silla de ruedas en vez de un coche. Es bonito ver desde el cielo la tierra. Yo es la tercera vez que subo en avión, pero creo que las sucesivas veces que vuelva a subir me seguirá impresionando. Y como mi abuela, me seguiré preguntando como pueden volar esos cacharros tan grandes. Pero bueno, el caso es que llegamos a Venecia.










Y en contra de lo que piense mucha gente aterrizamos en tierra firme y no sobre un canal, ya que los canales son muy estrechos y no cabe un avión. Ya en tierra alquilamos un Ford Focus TD 90 CV con todo: aire acondicionado, agua caliente, vitro, etc. El hotel lo tenemos en un pueblecito llamado Mestre también llamado Marzo porque es el Mes Tre. Famoso también porque aquí nació la primera mujer que tuvo la regla, la MESTRuación. Tras estas gotas de brillante humor volvamos al hotel. Hotel Delfino 3 estrellas y al lado de paradas de autobús que salen a Venecia y que en 30 años solo ha habido dos personas que han pagado dicho autobús: Juanjo y yo. Dejamos las cosas y nos fuimos a la ciudad de los canales. Cuando llegamos estaban todos: Canal +, Telecinco, Telemadrid, y el temático flamenco: el de Antonio Canales. No me imaginaba que fuera así, en cada rincón hay una plaza, un puente o un canal que tiene su encanto. Llegamos a Venecia con el día despejado pero a medida que avanzó la tarde se nubló y nos pilló un chaparrón de tres pares de góndolas. Nos tuvimos que refugiar en lo alto del Puente Rialto, o sea Rialto al cuadrado (Alto-Rialto….). Tras una estampa curiosa con 800 personas aproximadamente resguardándose de la lluvia, siete inmigrantes gritando: “umbrella, umbrella (paraguas, paraguas)” “five euros (cinco euros)”, “barato, barato (barato, barato)”, tras todo ello paró la lluvia.



Y a medida que dejaba de llover, el hombre pasó de 5 euros, a 1 euro. Tras recorrernos Venecia a pie y a nado volvimos de nuevo al hotel. Había que dormir el viaje al día siguiente sería duro.
7 de julio de 2008

Tras dormir muy bien por mi parte (Juanjo dice que ronco, ¡¡qué valor!!), nos levantamos a desayunar. Un desayuno ligero: mantequilla, croa…, cura…cruas….curasanes, zumo, queso, jamón York, cereales, huevos revueltos, nocilla y poco más. Las carreteras en Italia son igual que en España, nada más que en vez de llevar los coches una E de España llevan una H. Tras unos 250 ó no sé cuantos kilómetros abandonamos Italia y nos adentramos en la siempre enigmática Eslovenia. No sé si es enigmática o no pero me ha quedado bien. Tras una serie de equivocaciones, pasamos dos o tres o cuatro veces de Italia a Eslovenia y de Eslovenia a Italia. Por fin llegamos a la siempre inquietante a la par que enigmática…CROACIA. En un principio pensamos que nos habíamos equivocado porque los coches llevaban unas pegatinas atrás que ponen HR. Y claro le dije a Juanjo: “La hemos cagado, estamos en HueRva”. Pero no, íbamos bien ya que Croacia en croata se dice Hvraska. Apuntad bien: Hvraska. Que luego lo piensas y la misma palabra lo dice Croacia, Hvraska, es igual. Como tonelada, tone-lada, mil kilos:


Antes de pasar por la aduana tenemos que cambiar el dinero, ya que por problemas con el señor que apunta los países en la Unión Europea pues Croacia no está en la lista y en vez de euros tienen kunas. Para que os hagais una idea 7 kunas es un euro y 100 kunas es una cama y 200 kunas literas. Y ya para los más puestos en el tema 3.000 kunas es una maternidad. Tras este breve inciso económico entramos en Croacia. El idioma es parecido, hola es boj, gracias es hvala, agua es voda y habitación es sobe. Esto último es lo que más se ve por las carreteras de Croacia, sobe por aquí, sobe por allá, que por un momento piensas que estás en una peli porno en vez de en Croacia. Paramos a comer en un pueblo llamado Senj.




Nuestro destino en esta primera etapa era llegar hasta un pueblo llamado Privlaka, donde estaba nuestro hotel, Hotel Laguna.



Hotelito de 4 estrellas en primera línea de ¿playa?. Pongo playa entre interrogaciones porque no se podía considerar playa. Era una especie de lengua de mar que te ponías a andar y andar y hasta no haber andado entorno a 100 metros el agua solo te cubría por las rodillas. Para llegar hasta el pueblo de Privlaka cogimos un ferry, se podía ir por tierra pero dábamos un petit rodeo, y nos parecía molongui la idea de montar en barquito. No era muy caro. Creo recordar que nos salió por 18 euros el coche y las dos personas. El ferry lo cogíamos en un pueblo llamado Prizna (nota: ir mirando los sitios en un mapa por Internet para ir familiarizándose).






Bajamos de norte a sur por una carretera que parecía la luna aquello, nada de vegetación y nada de vida. Hasta que por una serpenteante carretera llegas un pueblo a pie de una especie de lago llamado Pag. Muy bonito. Se veía que era típico pueblo turístico en donde la mayoría de las casas estaban en una franja de tierra entre dos aguas. Aquí nos tenéis a Juanjo y a mí degustando unas pivo en una de sus terrazas:



Para haceros una idea la pivo que sostenemos en nuestras manos estaban en torno a 15 kunas cada una, es decir, poco más de 2 euros. Pero volvamos a Privlaka que era donde teníamos el hotel para nuestra primera noche en Croacia. Privlaka no tiene ningún encanto, es más bien una urbanización y muy tranquila. Cuando Juanjo y yo intentamos ir a tomar algo por la noche casi nos violan por una de sus calles, así que nos fuimos como a dormir.
8 de julio de 2008

Nos levantamos con la intención de ir a ver los Lagos de Plitvice, pero cuando llegamos a nuestro destino…14 ºC, lluvia, niebla, nieve, huracanes y algún que otro temblor de tierra. Bueno, que hacía frío y llovía. ¿Y cómo iban el Juanjo y el Víctor? Pues en bermudas y chanclas. ¿Qué se hace en estos casos? Pues irnos a tomar una pivo con tan buena suerte que durante el tiempo que invertimos en tomar la cerveza, se levantó la niebla, dejo de llover y seguía habiendo 14 ºC. Pues nada para allá que fuimos. Bonito es poco. La gente lloraba según iban viendo los lagos.



Tras una breve visita de 5 horas nos dispusimos a coger nuestro Ford Focus TD 90 CV y regresar a Privlaka. Cogimos una de las rutas que te proponen las autoridades croatas. A la entrada podréis ver un cartelito con varias rutas y el tiempo estimado. Y luego solo consiste en seguir las flechas con el color de la ruta escogida, es fácil, nosotros lo hicimos. En el camino paramos a comer en el mismo sitio donde anteriormente habíamos parado a tomar la pivo. Ya picaba el gusanillo, eran las 5 de la tarde. El restaurante vacío pero nos pusieron una bandeja de carnaza a la parrilla que ocupaba una mesa para 8, bueno quizá para 3 (obsérvese el bote de ketchup).


Después de semejante manjar no cenamos. Llegamos al hotel, nos dimos la ducha de rigor y partimos a Zádar. Encontramos de casualidad el casco antiguo ya que seguimos a mucha gente que iba hacia la misma calle. Cruzamos por un puente moderno todo iluminado para adentrarnos en la zona amurallada de la ciudad.


En el caso de que fuerais de día no os perdáis en el puerto el un órgano que hay que suena con el oleaje y el viento. Nosotros nos enteramos una vez llegamos a España. Los suelos de mármol y las casas blancas. Un grupo de jazz animaba las terrazas de la plaza. Tras dar un paseo por la ciudad nos tomamos una cerveza y ¿cómo no?, un heladito. Tiene bastante vida por la noche y estaban muy animadas las terrazas y los mercadillos de souvenirs. Nos fuimos a dormir a nuestra cama de dos por dos. Antes de dormir planeamos lo que íbamos a hacer el día siguiente: mañana aquí, pasado allí, aquí dos noches y aquí otras dos…parecía que estaríamos 2 meses.

9 de julio de 2008

Hay que levantarse pronto que el desayuno lo hemos pagado y en casa en la vida comemos cereales, queso, mortadela, bacon, zumos de sabores que ni sabemos leer ni degustar de todos los colores: rosas, verdes, azules, incoloros (coño, esto es agua). Salimos dos o tres hora más tarde de lo previsto, por lo tanto hay que quitar dos puntos de visita. Tiramos palante y que San Croato nos guíe. Siguiente parada: Trogir (Patrimonio de la Humanidad)









Alquilamos un pequeño barco para dar una vuelta por el litoral trogireño:



Trogir, pequeño pueblo que como muchos de los de aquí están amurallados. Seguimos manejando el croata a las mil maravillas. A las palabras que ya sabemos, two=dos y pivo=cerveza hemos añadido tres más: big?=grande?, yes=si y ok=ok. Parecerá al lector que algunas de las palabras son iguales al inglés y están en lo cierto. Tras otra amplia visita a Trogir y sus calles y tomarnos un helado de 7 kunas encaminamos nuestras ruedas hacía Split.




En el camino nos paramos en un pequeño mirador, y allí nos encontramos con una furgoneta hippy, con dos hippies, dos pequeños hippies y un perro hippy. La pequeña hippy que no tendría más de 2 años lucía dos palitroques de artesanía atravesándole sus pequeñas orejitas. El pequeño hippy que no tendría más de 6 años lucía dos coletillas que salían de su cabeza y su nuca. El perro hippy era el único normal, aunque seguro que en un momento dado era capaz de liar porros. Evidentemente una familia así sólo podía ser de la península ibérica, la llamada piel de toro, de la furia roja, aunque el tuviera acento argentino. Dejamos atrás a la family hippy. Llegamos a Split buscando playa, y más o menos la encontramos. De nuevo un muelle lleno de gente. Mientras Juanjo humedece sus huesos en las cristalinas aguas del Adriático, Víctor deja caer sus secos huesos pero carnosos bajo la sombra de unos pinos spliteños. Siguientes españoles que nos encontramos en nuestro camino: al lado de Juanjo se encuentran disfrutando del sol croata cuatro jovenzuelos (no hippies), los cuales estaban divagando sobre las cualidades de las mujeres croatas que en esos momentos paseaban por la orilla: “que bellos ojos que tiene aquella joven”, “no he visto en mi vida un dorado tan deslumbrante como el del pelo de esa dama”, “que cobriza piel la de aquella manceba” y cosas por el estilo. Cuando nos disponíamos a marchar, Juanjo les advirtió: “¿no serán vuestras mercedes de Madrid, Villa y Corte del Reino de España?” a lo que el joven contestó sorprendido: “no, somos del Reino Astur, allá donde nació Pelayo, caballero, que hemos cogido el Interrail provenientes de Roma y encauzamos nuestros pasos a Praga”.
Cogimos nuestro Ford Focus TD 90 CV y fuimos a la ciudad amurallada de Split, la cual vimos como todo en un Split-plas.Última parada del miércoles: Makarska



Un pueblo que como todos los de la costa están al pie de la montaña. Primera noche que no teníamos reservado nada. En busca del SOBE. Primer intento: dos jóvenes a la puerta de una casa donde anuncian sobes, camera, zimmer, room, pipas, caramelos, chicles, bombón helado…Allá que vamos a preguntar: “Rooms?”, las chicas nos indican que ellas lo único que alquilan es un Seat 127, que las encargadas están en un patio bajando las escaleras. Y así es. Asoma una mujer de mediana edad, unos 50-55 años, 1,68 de altura y 54 kilos de peso. Nos mira y ve en nuestros ojos que lo que necesitamos es una habitación. Entonces llama a otra chica más joven, que suponemos que era la hija. En nuestro inglés superfluido la preguntamos que donde está la puñetera habitación y cuanto nos va a clavar. En un primer momento nos dice que tiene una habitación pero que el baño es compartido con la abuela, que es la mujer que entra en escena desde abajo del patio. La decimos que no, que queremos un baño para nosotros solos, porque el tema de ir al baño de noche en un país extranjero y encontrarte a la abuela croata de repente…como que no nos hace mucha gracia. Como segunda opción nos da un estudio situado a 217 metros de allí. Abrió la puerta y me recordó al horno de mi amigo el panadero, 83 º C marcaba el termómetro. Preguntamos por D.Aire Acondicionado, pero ese día no estaba, así que le mentimos vilmente y le dijimos que ya veríamos, que íbamos a hacer unos recados y nos lo pensamos. Es decir “hasta luego”. Fuimos a un hotel y nos dijeron que tenían completo hasta el 2023 o eso la entendimos a la chica. Probamos con unas sobes de al lado del hotel y nos salió un inglés de Manchester que hizo de intermediario, ya que según él “sé hablar español uno poco y con dos sangría que me he tomado hablo mejor”. Nada, tampoco hubo suerte. Hasta que por fin en la casa de al lado encontramos a dos encantadoras mujeres que tras preguntarlas nos dijeron que sí. Bueno, una nos dijo que sí y la otra nos dijo el precio: 40 euracos los dos. Como veíamos que se hacía de noche y teníamos que dormir en el Ford Focus TD 90 CV pues decidimos cogerlo. Llegó la noche y cenamos en un italiano a la orilla del mar. Y después de cenar y tras el helado de turno, nos decidimos a salir de copas y comernos Makarska. Y aquí empezó nuestro martirio, sobre todo el mío. “Hello, Ballantines-coke and……..Rum, which rum have you?” me enseña dos botellas. Una Ron Made in Croatia y Capitan Morgan. Pues allá que me lanzo y le pido: “Pues this con Fanta Limón”. La Fanta Limón en Croacia no existe, solo hay de naranja. “Bitter lemon?” “…eh?, yes, ok” A mis enemigos les diré que no he probado cosa más mala en toda mi vida. A mis amigos les diré que sí vais al fregadero de una boda y os cogéis un vaso y os lo bebéis…eso es champán francés del bueno comparado con lo que bebí yo. A partir de ahí decidí darme al Smirnoff. Pero por mucho que bebieras no te ibas a emborrachar nunca porque lo que ponían de alcohol y con el calor que hacía lo sudabas al instante. Para que os hagáis una idea un dedal lleno de cerveza emborracha más. Estuvimos toda la noche en una discoteca la cual estaba metida en una cueva al lado del mar. Tras 17 copas nos fuimos a dormir ya que eran las 4:30 y estaba amaneciendo.

10 de julio de 2008.

(Nota del autor: A partir de ahora escribiré confiando en mi memoria ya que a partir de este día me quedé sin tinta en el bolígrafo.)

Nos levantamos en Makarska con un poco de resaka, pero tampoco en exceso. Es hora de coger otro ferry en Drvenik.


Justo cuando llegamos acaba de marcharse uno y tenemos que esperar sabe Dios cuanto. Y allí hacía más calor que en la sauna del diablo. Pasaron unas dos horas hasta que llegó nuestro Titanic particular. Llegamos a la isla de Hvar. La isla no es muy grande y además es muy estrecha. De hecho solo hay una carretera principal que va de un lado a otro de la isla. El pueblecito al que vamos, Hvar, está a la otra punta. La carreterita se las trae. Nunca te vas a imaginar que en esa isla pueda estar esa carretera. Hay momentos del trayecto en que ninguno de los dos decimos nada. A un lado y a otro de la carretera hay una caída libre considerable y la anchura no es la idónea para dos coches y dudo si para dos personas aunque vayan en fila india. Paramos a comer en Jesla, un poco antes de llegar a Hvar. Comemos a nuestra hora, que son las 5 o así. Los horarios son ibéricos, o sea que llegues a la hora que llegues siempre hay algo abierto para el visitante que come cuando le sale del forro y va a dar un poco por saco allá donde va. Tras comer un par de pizzas hacemos del tirón lo que nos queda hasta Hvar.








Tras buscar alojamiento en alguna sobe sin éxito acabamos hospedándonos en el Hotel Delfino, el mismo nombre curiosamente que el hotel de Mestre. Tenemos que alojarnos en hotel puesto que la gente que reside allí no pasa por las suficientes necesidades económicas como para alquilar habitaciones. Es decir, que son gente adinerada y esclavos del consumismo y el capitalismo y de la madre que los parió. Y nosotros que éramos esclavos del sobe y del sobeteo, tuvimos que aguantarnos (no íbamos a darnos la vuelta por la carretera de Lucifer y cogernos otro ferry a la sauna del diablo) así que apechugamos con la habitación. Nos sentíamos ricos paseando por el puerto marítimo de Hvar con nuestras chanclas y nuestras bermudas. Dejamos las cosas en la habitación, y nos fuimos a dar una vuelta por el pueblo y ver en cual de los suntuosos restaurantes íbamos a cenar por la noche. De camino al hotel nos encontramos multitud de veleros con colegiales que no superarían los 20 años en un macrobotellón. Eran como nosotros, pero con la diferencia de que nuestros padres nos daban dinero para que nos fuésemos al BAR y a ellos para que fueran al HVAR. Tras esta breve reseña, fuimos al hotel nos cambiamos, nos pusimos nuestras mejores galas y marchamos a cenar. Después de cenar estuvimos buscando algún garito donde poder tomar un cubata. Pasamos por un megabar de copas llenos de los anteriores colegiales y allí nos dirijimos….Madre de dios!!!, La Teta Enroscada (ver “Abierto hasta el amanecer”), era un convento comparado con aquello. Los camareros no hacían más que poner cócteles con 20 bebidas de 30 colores que terminaban con una superbengala que si andabas despistado te quemaba hasta los pelos del sobaco. También para limpiar la barra utilizaban un método para asombrar a los pequeños jovenzuelos: regaban la barra con ginebra y le prendían fuego con un mechero, y el bar estallaba en un “yeaaaaaah”. Nada en comparación a cuando hice yo lo mismo pero en vez de en la barra en mi brazo, me sacaron a hombros del bar. Tras media hora esperando a que dejaran de hacer el tonto los camareros y nos pusieran un triste tercio, salimos de allí buscando algo un poco más acorde a nuestra edad y a nuestras necesidades. Algo más parecido a un piano-bar. Lo encontramos pero sin el piano y nos hinchamos a cervezas. A dormir, que mañana salimos de la isla camino al sur de la isla.

11 de julio de 2008.
Carretera del demonio. Ferry de diablo y en tierra otra vez.





Volvemos a coger la Jadraska Magistrala, que es la carretera que va pegada al Mar Adriático, no os cansáis de verlo. ¡Cuidadito con los fitipaldis croatas!, se pasan por el forro las rayas continuas, como ellos ya lo tienen muy visto el mar pues van a toda leche. Llegando casi a Dubrovnik paramos en uno de los mil pueblos con encanto que hay por aquí. Un pueblo con un pequeño trozo de playa y un restaurante con un muelle para atracar los barcos. El pueblo, me ha costado, pero recuerdo que se llamaba Grigurici en la Bahía de Slano.



Tras mucho tiempo sin comer en condiciones allí comimos como personas y nos cobraron como a personas. Pero yo me comí un helado como dios manda





Tras la ingesta, seguimos camino de Dubrovnik porque no tenemos nada reservado y hay que buscar alojamiento para 4 noches. Por fin llegamos a La Perla del Adriático. Vamos a un par de hoteles que nos aconseja la guía pero o están llenos o son carillos. En uno de ellos nos dicen que hay una persona que alquila habitaciones que está a unos 200 metros del hotel, la avisa por teléfono para decirla que vamos para allá. Exactamente no sé si fue eso lo que la dijo pero como no entiendo el croacio pues no sabría deciros. Al salir del hotel, sentada en un banco de madera se encuentra una abuelilla que nos dice: “Sobe?”, yo la digo que a mí no me soba nada, pero Juanjo me advierte que nos quiere alquilar una habitación. La acompañamos por unas estrechas escaleras y llegamos a una casa metida entre unas enredaderas y plantas de diversas clases. Entramos en el apartamento. En el recibidor nos encontramos con dos retratos de los que parecían los antepasados de la señora y que seguramente murieron en extrañas circunstancias todavía sin aclarar. Es más, yo juraría que los ojos del cuadro se movían a nuestro paso. Armarios empotrados, crucifijos, vírgenes, olor a naftalina, y aire acondicionado en el recibidor. Es decir, si queríamos disfrutar del aire teníamos que dormir con la puerta abierta en una casa compartida. Lo cual no era nuestra estancia soñada en Dubrovnik, que una señora pasara por el recibidor y nos vieran a los dos en la cama durmiendo y roncando. Así que en un descuido salimos corriendo de allí. Es cuando desde una tienda de souvenirs, ropa de baño y gafas para bucear una señora nos llama: “Quilloooooss!!!”. Y como pudimos entendemos que nos quiere preguntar si estamos buscando habitación (era la señora que habían llamado desde el hotel). La contestamos que sí y nos dice que ahora nos atiende su hija que es la que se encarga del negocio. Aparece una linda joven de unos 120 kilos pelirroja y 1,80 de altura. “English? Français?, Deutschland?, Italiano?” La tía sabe hablar 10 ó 12 idiomas, pero de español sólo sabe paella y ole. Nos entendemos como buenamente podemos en inglés y nos lleva a la parte de atrás de la tienda. Nos temíamos lo peor. Pero no, un apartamento nuevo con dos camas, TV, aire, cocina…40 euros noche. Nos la quedamos. Blazenka, que así se llama la chiquilla, nos coge a los dos literalmente del brazo, nos sienta en una mesa a su lado, extiende un mapa de Dubrovnik y nos indica donde ir, como ir y por qué ir. Ríe mucho. Tememos que al final de nuestra estancia nos drogue, nos meta en una cazuela y nos coma. Siesta y a dar una vuelta por el casco antiguo de Dubrovnik que es lo más bonito.






Uf, una pasada. Suelos relucientes, y gran parte de la ciudad reformada por los bombardeos en la guerra. Mucho ambiente y las terrazas lo mejor. Recomendada especialmente la del Troubadeur. Con música en directo en la terraza. Juanjo y yo una vez que ya habíamos escuchado la música terrazil, nos fuimos en busca de otros locales, también de copas, y ¿dónde acabamos? En uno que nada más de entrar tenían puesto a SKA-P. Allí que nos quedamos tomando un par de copas y bailando ska como descosidos. Y para terminar la noche fuimos al Fuego Latino o algo así, justo a la salida de la ciudad amurallada. Un antro repleto de guiris que tenían atracado sus cruceros en Dubrovnik. Gente sin ningún pudor, recolorados, ebrios, y que te miraban con la mirada perdida. Vamos a dormir.

12-14 de julio de 2008.



3 días en Dubrovnik para descansar un poco y ver un poco los alrededores de la ciudad, y ponernos tibios de comer y de beber. Nuestra amiga Blazenka nos recomendó ir a cenar a un restaurante del puerto llamado el Lokanda, un sitio de pescados y arroces buenísimo y baratísimo (ver foto)




Yo me pedí un arroz caldoso con frutos del mar y casi acabo cayendo al mar. Me pusieron una cazuela del tamaño de una paellera, y unos mejillones al vapor que estaban de la leche. Visita 100 % recomendable por la muralla. Creo recordar que son 7 euros aproximadamente pero merece la pena.




Nos despedimos de Dubrovnik y de Blazenka, la cual nos lleva a su apartamento para cobrarnos. Y comprobamos que el negocio de los apartamentos le va de puta madre. La amiga además de la tienda tiene un pedazo casa con unas vistas tremendas a todo el Mar Adriático, no a un poco, no, a todo el Mar Adriático, de norte a sur. Nos da unas tarjetas de visita por si volvemos otra vez para que vayamos a verla. Esperamos volver a verla.

14 de julio de 2008.

Perezón para desandar lo andado. Tenemos pensado recorrer el trayecto inverso, pero únicamente haciendo una noche. Paramos a comer en Sibenik, cuna del jugador de baloncesto Drazen Petrovic. Y seguidamente nos vamos a ver el Parque Nacional de KRK. Parecido a los Lagos de Plitvice pero menos bonito y más pequeño pero también con mucho encanto y con una cena para bañarse por si queréis llevaros el bañador listo.






De vuelta a Venecia cogimos la autopista de peaje que va por detrás de las montañas y lógicamente es menos paliza. Nos pilla tormenta que nos regala un precioso arco iris:







Se nos echa la noche encima y hay que ir pensando dónde vamos a pasar la noche. Y el lugar que nos cuadra más es Rijeka, una de las ciudades más grandes de Croacia. Encontramos habitación en un hotel con pinta de señorial pero que no está mal de precio. Unas habitaciones que en cualquier momento te podías encontrar por el pasillo al Archiduque Francisco José de Baviera.




Un poco rancio. No sé por que, pero no me quedé con el nombre. Aquella noche cenamos en el centro de la ciudad en un McDonalds.

15 de julio de 2008


Próxima y última estación Venecia. Como íbamos bien de tiempo nos paramos en una bonita ciudad que según supimos luego era donde antiguamente iba la creme de la creme: Opatija. Típico lugar de veraneo de gente jubilada y rica. Compramos más souvenirs y cervezas paa disfrutarlas en España. No lo he dicho pero la más famosa es la Karlovacko.


Ya en Venecia fuimos al hotel, el primero en el que estuvimos, que nos gustó y volvimos a reservar para la vuelta. Siesta y para Venecia, pero esta vez iba a pagar el autobús Marco Polo. Fotos de canales. Compra de souvenirs. Vaporetto y a dormir, que mañana volamos a Madrid. Un consejo. Si queréis hacer un diario, hacerlo en un portátil a medida que viajáis. Por dos motivos. Uno os acordaréis de todo y dos os dará menos pereza escribir tanto.