domingo, 30 de mayo de 2021

ALPUJARRA GRANADINA POST COVID

 Madrid, domingo 30 de mayo de 2021

Bueno, pues como podéis adivinar ya me encuentro en Madrid después de mi periplo por tierras granadinas. Tras otro breve viaje de esos de 6 horas y alguna hora más, cierro este pequeño diario. He de decir que esta mañana la cosa ha cambiado mucho. Me he levantado. He bajado a desayunar. Muy sólicito, como siempre, Michel me ha preparado el desayuno. Y cuando se ha producido el momento en el que yo empiezo a untar el tomate y Michel me observa desde la otra punta del comedor, guardando las distancias de seguridad, yo he intentado dar pie a una conversación amena alejada de pandemias, gobiernos, economías, etc... Michel....y...¿por aquí pasa algún autobus o transporte público? "No, solo hasta el cruce, porque luego la carretera es muy estrecha y no es posible. Así se llega a un acuerdo con un taxi de Pampaneira que por un 1,50€ te lleva hasta Lanjarón" Ah, claro. Es que la carreterita se las trae. Viniendo el otro día para acá adelanté unos camiones gigantes con helices de los aerogeneradores y me dije, esto por aquí es imposible que pase y... "Pero, ¿sabes lo que pasa con la energía eólica, Víctor? Que no es viable y no es ecológica tampoco por mucho que nos quieran contar. Las columnas que sujetan los aerogeneradores están clavadas en la tierra con 2.500 toneladas de hormigón armado y eso se queda ahí para siempre" (Armado de paciencia sí que estoy yo, Jesús). "Y lo mismo pasa con la energía solar, el sol es gratis. Ya. Y el viento, y el agua..." Michel, juraría que acaba de pasar por la puerta Leo Messi con Macron de la mano, mira a ver. Momento en que he aprovechado para subir a la habitación, hacer la maleta, bajar de nuevo, dejarle mi tarjeta de crédito con el pin, y una nota: "Michel, me acabo de acordar que he dejado encendida la vitrocerámica en casa y me tengo que ir urgentemente. Cóbrate la habitación o lo que te de la gana, ya cuando llegue a Madrid anulo la tarjeta. Me hubiera encantado terminar la conversación y abordar el tema del carbón en las minas de Uzbekistán. Seguramente vuelva la semana que viene así que ya tendremos tiempo, ¿vale cariño? P.D. Creo que el de antes no era Messi, lo siento. Pero Macron seguro que era él. Je t'aime." Y me he cogido el coche y no he levantado el pie del acelerador hasta ahora. Y ya en serio, Michel es un buen tipo. No dejéis de ir a visitarle si pasáis por la Alpujarra. Gracias a todos por leerme y también a los que no lo hacen. Un beso para todos.

sábado, 29 de mayo de 2021

ALPUJARRA GRANADINA POST COVID

 Mecina Fondales (Granada), sábado 29 de mayo de 2021

Hoy calco del día de ayer, y cuando digo calco es porque prácticamente ha sido parecido al de ayer. Me he vuelto a levantar cuando he oído a una lagartija pasar por la calle bailando, porque aquí en este pueblo no se oye absolutamente nada. Me daba miedo darme la vuelta en la cama por si acaso el vecino de dos manzanas más abajo se quejaba del escándalo que tenía montado en mi habitación. Pero el silencio acaba cuando bajo a desayunar y ahí está mi amigo Michel. Hoy la culpa ha sido mía por preguntarle sobre cómo le ha afectado al negocio la pandemia… Como decía un amigo mío, a estas personas hay que hacerles preguntas de respuesta cerrada como por ejemplo, ¿qué día es hoy? ¿cuántos años tienes? ¿estás vivo? Porque en el momento que dejes la puerta de la respuesta entre abierta…por ahí se te cuela todo. Encima me ha salido negacionista. “Esto es un invento. Cuando yo tenía 18 años, en París hubo epidemia de gripe común y murieron más personas que ahora.” Son unos sinvergüenzas, Michel. Ellos se llevan su paguita y los demás somos los que pagamos el pato. “Mi mujer hace un pato a la orange de chuparse los dedos.” Pues la próxima vez que venga no dudes que lo probaré. “Pero ven más días y charlamos más tranquilamente.” No lo dudes, seguramente me venga julio y agosto.  He resumido a una cuadragésima parte el contenido de la conversación del desayuno que ha concluido cuando le he dicho que había quedado con Sombrerito que me iba a dejar unos discos de Bach. Lógicamente era mentira, pero el que sí estaba era Rapadito en la escalera de ayer, con el porro de las 12:30. Le he dado de mano y he seguido camino de tomar el aperitivo en la Luna Mora. Necesitaba desembotar mi cabeza, y que mejor sitio que a la sombrita, con una ligera brisa tomando un tercio de cerveza Victoria. En el rato que he estado apalancado en la terraza solamente han pasado dos tipos de personas, las que pasaban a dejar comida, la pastelera con una tarta de limón (de la que luego he dado cuenta) y las que pasaban a reservar mesa bien para comer o bien para cenar. Así que como yo no estaba en ninguno de los dos grupos me he ido a un supermercado, he comprado unos mantecados, unos pistachos y unos mejillones Cuca y los he llevado a la vez que reservaba mesa para comer. La camarera me ha mirado como una cabra al acantilado pero no me ha dicho nada. Así que con la sensación del deber cumplido me he comido dos empanadas argentinas con unas patatas fritas y una ensalada de kiwi, remolacha, pepino y tomate. Todo ello regado con una Coca-Cola Zero del 2012. Una vez comido y el estómago repleto me he ido a echar una siesta típica alpujarreña no sin antes asomarme discretamente por si estaba Michel…No le he visto. Pero cuando me disponía a subir la escalera he oído su voz en mi espalda: “Había prepagado un picogteo…” Lo siento Michel, pero he debido algo que me ha sentado mal y tengo una emergencia majete,  subo rápido a mi habitación. Me siento mal, pero mejor pasar un mal rato de golpe que sufrir unas jornadas sobre el cambio climático en los próximos 40 años. Una vez levantado de la siesta me he descolgado por la ventana y he cogido el auto para desplazarme a Pitres. Allí he llegado y como os dije ayer, he observado el pueblo desde lo alto y le he pedido a la gente que me hiciera fotos por el pueblo y que me las mandaran al móvil para demostrar que había estado. Llamadme flojo, pero las agujetas que tengo no son normales, parece que esta noche he tenido una banda de chinos haciéndome acupuntura en los gemelos. Gracias a Dios cuando he vuelto a la casa estaba la hija y los nietos de Michel. “Mira, mis nietos, que guapos son.” Los niños me han mirado y en su mirada he podido ver como me lanzaban un llamamiento de auxilio, que a su vez se la he devuelto diciendo: “Lo siento pequeños. Las movidas que tengáis con vuestro abuelo es cosa vuestra, yo me voy a dormir.” Y ahora me voy a dormir y pensar cómo lo hago mañana para que no me entretenga porque yo el lunes tengo cosas que hacer.

P.D. No he visto a Sombrerito. Estoy preocupado.

viernes, 28 de mayo de 2021

ALPUJARRA GRANADINA POST COVID

 Mecina Fondales (Granada), viernes 28 de mayo de 2021

Hoy me he levantado a la hora que me ha salido de la alpujarra la verdad. Abajo en el comedor me esperaba mi amigo Michel con la mesa puesta. Tostadas con tomate y/o mermelada, zumo de naranja y café con leche a repetir tantas veces como quisiera menos el zumo de naranja porque se le habían acabado las naranjas, pero me ha dado la opción de tomarme una Fanta pero lo he rechazado….no lo veía. El desayuno ha sido rápido porque tras un año de pandemia el bueno de Michel no tiene con quien pelar la pava y adivinad quién ha sido su elegido. Pues me ha contado los atentados que hubo en París en el 2015, donde estaba viendo el partido de fútbol de aquel día, me ha contado el trayecto que hizo su mujer para venir desde una ciudad que no tenía nada que ver con París, que estaba en Alemania pero el vuelo se retrasó. Yo bebía el café ardiendo como si no hubiera un mañana porque veía que empezaba con las olimpiadas de Río del 2016, el mundial de fútbol de Rusia del 2018 y las elecciones francesas (autonómicas y generales) desde entonces. Con la boca llena de llagas y quemaduras debido al café he salido de la casa como he podido mientras Michel iba por el Tour de 2019 y lo enlazaba con Eurovisión del 2017 que lo había pasado por alto. No tenía ganas de coger el coche así que he dado un paseo por el pueblo y os puedo jurar que en 30 minutos he visto un conglomerado de gentes que he deducido que solo se deben dar en esta zona por  el aire serrano o la altitud o los matrimonios entre familiares cercanos. La primera persona que me he encontrado en mi camino ha sido un hombre con un sombrero de lana gruesa color negra en el cual llevaba prendidas unas flores artificiales “discretas” de colores naranjas y verdes potentes, acompañado con unas gafas de espejos con montura roja. De repente y sin que me lo esperara ha salido de un Seat Fura del año 88 color rojo a juego con su indumentaria. Del coche salía música clásica y el hombre simulaba dirigir la orquesta en medio de la carretera mientras comentaba lo excelso de la obra con otro muchacho con pelo solo en la parte central de su cabeza y rapado por los lados que asentía con la cabeza pero no con mucha convicción. He llegado a la iglesia del pueblo donde había dos mujeres beatas ellas que entraban en la iglesia no sin antes mirarme con cara de sospecha, y yo pensaba “pues si vieras a los que he dejado atrás”. He desandado el camino y ¿a quién me he encontrado? Correcto. A Sombrerito de flores y Rapadito. A la vez que yo se ha cruzado un señor que venía de su huerto de coger unos tomates “muy majos” en palabras de Rapadito que a su vez tomaba “su café mañanero”. Su amigo Sombrerito estaba en el Fura cambiando de música y poniendo algo más barroco. Como ya nos habíamos cruzado anteriormente ha dado por hecho de que ya éramos amigos y me ha dado los buenos días. Yo he dudado si dárselos o no por si acaso pudiera conllevar un contagio cual COVID, pero luego lo he pensado bien y he sido cortés y no ha pasado nada. 200 metros había desde donde estaban nuestros amigos hasta la casa. 200 metros nada más. Cuál ha sido mi sorpresa que según estoy abriendo la puerta miro a mi izquierda y, que me aspen si en las escaleras de la entrada a una vivienda no estaba Rapadito liándose un porro. ¿Se había tomado el café rápido, como yo el mío, y había ido corriendo a prepararse el porro huyendo de Sombrerito? Definitivamente el aire alpujarreño me hace ver cosas extrañas. He entrado en casa justo cuando Michel estaba diciendo: “…y antes de ayer me vacunaron y estoy bien”. He cogido algunas pertinencias y he bajado para ir a comer, pero no sin antes decirme Michel: “¿Ves esa caja? Me la había perdido SEUR y hoy he tenido que pagar 30 euros para que me la devuelvan” Vaya, he dicho yo con la puerta ya abierta para salir…”Son unos sinvergüenzas, la mandé el 12 de abril y hoy me dicen que por un error no la han podido mandar” Menudos son las mensajerías, voy a ver si como algo….”Y encima que ya había pagado 28,30 en su día, ahora tengo que pagar otros 30.” Pues sí, 58,30 en total. Bueno, ya te he hecho la suma, me voy a comer y luego seguimos, venga, un besi. He llegado a la Cueva de la Luna Mora a la vez que la panadera que también tenía lo suyo la mujer. “Luciiiiii, ¿quieres piojos?” Yo entonces he pedido un whisky doble porque sino el día iba a ser muy duro. Al final los piojos resultaban ser unos panecillos pequeños. Al hacerle la cuenta a la Luci con la calculadora la mujer al parecer no ha pulsado la coma para delimitar los decimales: “Ay que coño con el puntito que siempre se me olvida” Esta vez he pedido una pizza Alpujarra pequeña, pero con pimientos rojos y verdes, chorizo y aceitunas negras, un poco más sana que la de ayer, una tarta de zanahoria, un café y una crema de orujo cortesía de la casa. Y luego he pensado, a ver si va a ser la crema lo que hace que Sombrerito….Después de una peque siesta he cogido el coche para hacer un poco de turismo y he ido a ver Capileira y Pampaneira, dos pueblecitos muy pintorescos del selecto club de Los Pueblos más Bonitos de España. Bueno Capileira no estoy seguro, miradlo luego en la Wikipedia que yo tengo cosas que hacer. Los pueblos son semejantes, casas blancas construidas en la montaña y con unas cuestas que te deben dejar el culo como sandías de 3 kilos. No me acordaba de la anterior vez pero esta vez me lo he tatuado en el brazo: Los pueblos de la Alpujarra son muy bonitos, pero no vuelvas porque para bajar bien, pero luego tienes que subir y yo no he venido a este mundo a sufrir” Me lo he tatuado en chino para luego cuando me pregunte la gente les digo que es un proverbio chino: “Vete tirando que ya si eso voy yo luego” He regresado al pueblo con ganas de tomarme una cervecita y me he sentado en la terraza y me han puesto la cerveza acompañada del pincho más raro que he visto en mi vida: patatas fritas de bolsa, con aceitunas y una croqueta de espinacas, y con la segunda cerveza que he pedido lo mismo pero la croqueta de pollo. Cuando me disponía a retirarme a mis aposentos…¿quién ha aparecido? Sombrerito y Rapadito. Con su Fura a toda pastilla pero sin música. No creo que las dos funciones, la de circular y oír música, se puedan hacer a la vez. Pues allí que se han sentado a mi vera y se han tomado una cerveza y una pizza para compartir. Ha sido cuando he tenido miedo de volver a casa y encontrarme a Rapadito liándose su porro de las 22:00. Pero no, he entrado tranquilamente en la casa…”Estoy poniendo una queja a la Junta de Andalucía porque he leído que me puedo indemnizar con 800 euros…” Pues 300 son para mí por escucharte, me voy a dormir Michel. 

jueves, 27 de mayo de 2021

ALPUJARRA GRANADINA. POST COVID

 Mecina Fondales (Granada), jueves 27 de mayo de 2021

Tras un año de pandemia y de restricciones y toques de queda y toques sin más, volvemos a salir de viaje. En este caso, vuelvo a salir de viaje. Y vuelvo a la Alpujarra granadina donde ya estuve hace 5 años, vuelvo al mismo alojamiento donde estuve. Michel, el dueño francés del alojamiento aun se acuerda de mí y me ha hecho emocionarme: “Te fuiste sin pagarme dos tercios”. Pero bueno esto no viene al caso… El hotelito con dos pequeñas habitaciones en plan cueva morisca se llama L’Atelier y se encuentra en Mecina Fondales que es el nombre del pueblo, no el de un árbitro del colegio andaluz de fútbol, Antonio Mecina Fondales. Una vez hechas las presentaciones del pueblo y los alojamientos vamos con el viaje. El viaje son escasamente unos 600 km que se dividen en seis tramos de cien kilómetros. Los primeros 548 km se hacen por autopista pero los últimos 52 se hacen por la carretera que construyeron expresamente para rodar El Señor de los Anillos o un capítulo del Correcaminos y el Coyote. Cuando en mi navegador aparece: 52 km=1 hora y 32 minutos, yo pienso: “ya se me ha cambiado a modo caminata o incluso penitente”. Pero a medida que pasan los kilómetros, las curvas, elfos, enanos y orcos, te das cuenta de que pueden ser 2 horas. Había tramos de carretera un poco más estrechos que el pasillo de mi casa. Ha habido un momento que me he cruzado con otro coche, he metido la mano por la ventanilla y le he cambiado de emisora. Una vez llegado al pueblo he ido directamente al alojamiento de nuestros amigos franceses a hacer el check in (en frances, check in). La verdad es que el tiempo le ha pasado factura a Michel, le faltan dos o tres dientes y tira un aire al cuñao gabacho. Seguidamente he bajado al único restaurante-café-piano-bar que hay en el pueblo La Cueva de la Luna Mora, en donde he pedido una pizza vegana con bacon, ternera, pollo y atún. La camarera  muy amablemente me ha preguntado: “¿Grande o pequeña?” Estoy en la media, en reposo me podrá medir…”La pizza cerdo!!!” Ah, perdón. “Tú grande ¿no?” Claro. “Y de beber?” Un vino. “Un Talento?” Pues cuando me corto las uñas hago el skyline de Nueva York. “Talento es un vino de la tierra, qué si quieres un Talento?” Antes de que pudiera decir nada un argentino de la mesa de al lado con ojillos golosos me aconseja: “Está buenísimo, yo ya llevo 8 copas”. Tráeme un Talento. 3 horas después me como la pizza y me bebo el Talento, que era lo más parecido a Rosalía haciendo escalada por mi garganta. Notaba que me sangraba por dentro. Mañana le pregunto si tiene algún otro talento oculto. Malamente, tra, tra.