sábado, 30 de junio de 2018

UN DÍA EN URGENCIAS


Esta mañana me levanté con dolor en el dedo gordo del pie. Igual que me acosté anoche. Y como no tenía plan pues me he venido a urgencias a ver que me contaban. Llegar y besar el santo. Una chica vestida de civil me ha dado un papelito con el turno NGP (Nuevo Gordo Pachucho). La inmediata respuesta a mi llegada al hospital contrasta con la sala de espera. 2.500 personas. Todas y cada una con su turno en la mano cual carnicería y los ya evaluados por primera vez con su turno y con su pulserita. Así que me da la sensación de estar en una carnicería con barra libre.
Se anima la sala. Llega Manolo en una silla de ruedas acompañado por una mujer de nombre desconocido que parece llamarse Juanita. Nada más de ubicarse ambos entablan una discusión que dilucida que son familiares, quizás hermanos. Juanita se encarga de que todos y cada uno de los que alli estamos nos enteremos de que "las cosas no se hacen así Manolo". No puedo decir si las cosas las hace bien o mal el pobre de Manolo porque tiene un hilo de voz inversamente proporcional al tsunami de voz que tiene Juanita. 
Enfrente tengo una mujer dormida dando más cabezazos que Sergio Ramos en un entrenamiento. ¿Qué pasa si a esta señora la llaman mientras ella está en manos de Morfeo? Además se aferra al burruño en el que ha convertido su papelito de turno, por lo cual no puedo ver su número y advertirla por si es llamada. 
Aparece en la pantalla el NGP, ese soy yo. "¿Qué le pasa?"  "Quería medio de cinta de lomo para plancha" "¿Cómo?" "Ah, perdón. Pues que desde ayer por la tarde me duele el dedo gor..." "¿Pie izquierdo o derecho?" "... Der..." "Espérese en la sala ahora le llaman" .
Juanita le cuenta a Manolo que las sillas que tiene la Pepi en el garaje son preciosas y bien buenas y que cualquier día se las lleva y si tiene narices que la diga algo. Según la mira Manolo intuyo que las sillas le importan como a mí el Arabia-Egipto del mundial. Sale un enfermero a dar el boletín de las 12:30. "¿Marius?" Se levanta un hombre rubio achaparrado con músculos hasta en las pestañas. "Yo". "¿Marius nada más?" El hombre del este con la misma  simpatía que Putin en misa le contesta: "¿Qué pasa tengo que tener más de un nombre?" "No hombre, pero un apellido no estaría mal". 
Y que sepáis que la tele  que le van a regalar a Manolo es 100 veces mejor que la que tiene Juanita y por lo tanto esta le avisa a Manolo "que no diga gilipolleces". Manolo no había abierto la boca el pobre. La mujer de enfrente parece que se ha despejado sin saber si se le ha pasado el turno o se echa otra cabezada. El público alrededor de Juanita y Manolo crece por momentos debido a que el volumen de de ella va in crescendo. Está hasta "el mismísimo" porque llaman a gente menos a Manolo y claro ve que Manolo se muere y a esta gente les importa "un pito". La gente de alrededor de las matrimoniadas de Juanita y Manolo no disimulan ya la risa. "He ido a pedir el alta voluntaria y a por un vaso de agua. Me dicen que si puedes beber agua, sabré yo si puedes o no. Ya no tienes hipo ¿no?" Manolo niega con la cabeza y un pequeño "no", bebe el vaso de agua y seguidamente le entra hipo. Juanita reniega ahora del alta: "Así con ese hipo yo no te llevo a casa". Alguno de los presentes reprime un aplauso ante la esperpentica actuación  de Juanita que huele a Óscar. Manolo el pobre la mira como una cabra al precipicio. Ya casi hay aforo completo y no queda ni un sitio un libre. Manolo quiere que Juanita avise al médico para ver si le puede colar. 
En la televisión está puesto el canal 24h y ya he visto 34 veces la intervención de Albert Rivera en un congreso. Desde la primera vez que le he visto tiene más canas. 
"¿Juanita?" "¿Qué quieres que haga Manolo? No puedo hacer más". Estoy esperando a que en cualquier momento aparezca José Luis Moreno: "¡Matrimoniadas! Con Juanita y Manolo. ¡Wooow, woow!" Volvemos a la mujer de enfrente que...ha decidido echarse otra cabezadita. Llaman a Antonio Hernández cuatro veces y no hay respuesta, dudo si despertar a la mujer por si fuera un transexual y fuera el tal Antonio. Manolo sube el volumen de voz para llamar a Juanita la cual descubro que se llama Julia. Julia se ha quedado traspuesta y el pobre Manolo, el cual sigue hipando cual somier viejo, tiene miedo a que le llamen, se le pase el turno y se pierda los octavos de final por culpa de la Juli.
 ¡NGP! Estaba vez es el doctor Castillo el que me atiende, parece salido de un cuarteto cubano de salsa. Alto, delgado, buena planta... "¿Qué le ocurre mi hermano?" "Me duele el dedo gordo del pie derecho." "Vamo a ve como mueve el dedito del pie...uh...el dedito del pie. Muevelo hacia arriba...hacia abajo...al lado...al otro. Así, así, asi, suaaaaavecito" "¿Es necesario que me lo vaya cantando, doctor?" Tras dos pasos de baile con la enferma me manda una radiografía para ver si tengo algún "huesito del pie...uh...un huesito del pie" roto. 
Julia y Manolo ya no están en la sala y el aforo se ha reducido notablemente. Albert Rivera celebra su 60° aniversarios en el canal 24h. La mujer durmiente también ha desaparecido o se ha quedado dormida en el baño, no seré yo el que lo compruebe. En su lugar hay ahora una pequeña asiática que se ha hecho un ovillo y también sueña con los angelitos. ¿Qué poderoso influjo tendrá ese asiento en concreto que hace que todos caigan inconscientes? 
Sin Julia y Manolo esto no es lo mismo, las caras son tristes, languidas, petreas...La chica sentada a mi derecha se queja a su padre porque lleva 20 minutos esperando. "Claro y todavía no ha venido el cortador de jamón, el que hace los mojitos y el cuadro de baile flamenco" pienso yo para mis adentros a la vez que la miro con cierto desdén...ay los millenial. Se sienta al lado de la asiatica un joven con las cejas mejor depiladas que Jennifer López. Sus bermudas dejan ver un tatuaje de un corazón sangrante que va desde la rodilla al tobillo. Me pregunto si será ese el motivo de su consulta. 
Pasa la señora de la limpieza fregona en mano y de un fregonazo desvela a la pobre asiatica. La escena es bastante cómica, la mujer pasando la fregona bajo los asientos y la gente saltando cual si de una comba se tratara. La asiática lista y flexible como un demonio recoge las piernas en el asiento y continúa roncando con su tono amarillo como si nada.
Mi dedo comienza a gangrenarse por momentos y empiezo a buscar por Google "vida con dedo gordo del pie derecho amputado". De las sandalias me olvido. ¡NGP! Allá vamos. El doctor Castillo me pide que me agarre a su cintura y hacemos una conga junto con la enfermera. "El piecito lo tienes bien... ¡Uh! Puede que haya sido un golpecito... Un golpecito... Ay, ay, ay... Pero hay que descartar que pueda ser gota ....y cuando me oyó tocar....le cayo la gota friaaaa, me lleva él o me la llevo yooooo" "Gracias doctor". Salgo del hospital 3 horas y media después sin rastro de Julia y Manolo.

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